martes, diciembre 04, 2007

Cap 4 - Enfrentando al criminal
Morris con el arma en la mano, empuja el portón bajo el cartel de Printwriter, avanza apoyando su espalda contra las paredes, mirando hacia todos los ángulos, cuando llega a una posición central donde domina toda la escena, grita -¡policía! Siente un rumor, sordo, sobre un costado, sus nervios se crispan –nunca disparó a una persona-, ve una sucia tela que alguna vez fue una cortina, de repente, la tela se mueve, sus músculos lo traicionan y tensa el dedo índice sobre el gatillo.
Siente el golpe en la mano, el sacudón de la explosión, el aroma acre de la pólvora, un fogonazo, y la tenue nube que deja la estela de la bala.
La cortina vibra, se corre, pero no hay nadie.
Asombrado ve que la bala está suspendida en el aire. Que avanza lentamente hacia él. Aterrorizado queda inmóvil. Hasta que la bala lentamente entra en su cuerpo.
La herida le provoca dolor, pero no es nada comparado a la ebullición de todo su cuerpo, y de repente, todo es negro…

En algún momento, Morris comienza a sentir que el velo negro se disipa… lentamente despierta…
¿no estaré muerto? El pensamiento cruza por su mente…
Aturdido, tarda en reaccionar, siente que su respiración no es la acostumbrada, trata de incorporarse y se lleva la mano al pecho, no encuentra herida alguna, aunque tiene una sensación extraña en el lugar de la herida…

Se incorpora tomándose de un pasamano, se siente ajeno a sí mismo, los movimientos parecen no corresponder con sus pensamientos. Está en una cómoda camilla, aislada con una cubierta de vidrio curvo. Busca algún Doctor, alguna enfermera con la mirada, pero sólo escucha un zumbido y el único movimiento son sombras que producen algunas luces intermitentes…
Antes de comenzar a preocuparse, ve unos botones cerca de su mano, sin pensar aprieta el verde…y la cubierta se abre…
Comienza a caminar entre extrañas maquinarias, todos los diseños parecen salidos de una película de ciencia ficción, no es posible determinar si pertenecen al futuro, o a un pasado
que quiso imaginarse en otra época…
Los zumbidos y las luces intermitentes lo siguen acompañando, atraviesa un gran salón, o galpón, lleno de gruesos cables y cañerías, con una maquinaria circular enorme en el centro, Morris calculó que serían unos 25 metros de diámetro, parecía una instalación de estudios nucleares, tal vez un acelerador de partículas. Sólo el sonido de sus pasos alteraba la monótona escena.
Unos rieles guían el recorrido de Morris, los mismos sobre los que estaba montada la camilla donde despertó. Ahora, un pasillo, de unos 7 metros de ancho, lo lleva a un nuevo salón. Ya no espera encontrar a nadie. Todo funciona automáticamente.
La escena lo asombra, la estructura esférica asemeja un planetario, las paredes son de una especie de vidrio opaco, el piso en forma de pirámide cónica tiene en su vértice una gigante bola de cristal de su pedestal asoman tubos transparentes con líquido o gel en su interior, el cual genera una extraña luminosidad.
Morris se encuentra sobre un camino de unos dos metros de ancho que bordea el interior de la estructura esférica, está a la misma altura de la esfera central.
A un costado, ve unos dispositivos que asume compondrán el puesto de control, se acerca y se sienta en un taburete enfrente a ellos.
Repentinamente, rayos de luces, como de láser, se encienden dentro de un cubo frente a su vista. Sonidos, como rugidos, chirridos acompañan las luces, éstas van tomando forma, en tres dimensiones, representando una cara.
Morris enmudecido, ve cómo se construye esa faz electrónicamente, delante de sus ojos.
¡Tú me destruíste! Resuena una digitalizada voz de Cextor
¡Maldito asesino! ¡tú también me mataste! Le respondió Morris con la voz crispada por el odio
Cextor no le deja continuar: ¡Ese es mi cuerpo! No te pertenece! No eres más que una basura de otra dimensión!
Morris, respiró hondo. Resonaban en sus oídos las palabras de Cextor. El odio cesó, y comenzó a sentir pánico.
¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? Sus pensamientos fueron contestados por Cextor:
“Atravesaste el puente dimensional con mi ser energético. La bala que me hirió nos unió en el momento de la descomposición molecular; hemos cruzado juntos a mi dimensión espacial, este es mi laboratorio.”
Morris exasperado, mientras observa su nuevo cuerpo, le grita:
¡Pues no quiero tu cuerpo, ni estar en tu maldita dimensión!
Capitulo III – El científico
Cextor vivía para la ciencia. Su vida transcurría dentro del laboratorio.
Hasta los cuadros que colgaban en sus paredes mostraban fórmulas matemáticas, según él, estas manifestaban la belleza de la armonía pura. No había formado familia, pues eso hubiera sido un estorbo para su dedicación. Pero se deleitaba en la admiración que le profesaban sus colegas y la veneración de los estudiantes que accedían a asistirlo.
Su objetivo era viajar en el tiempo. Parecía que sólo los retos imposibles lo podían motivar. Esa idea –la de trasladarse en el tiempo- era considerada una utopía por toda la comunidad científica.
Quién sabe cuándo había surgido en él ese demencial proyecto. Un profesor que compartió sus primeros logros, comentó que él había cambiado radicalmente después del accidente con el colector de radiación cósmica. En esa desgraciada circunstancia perdió la vida una prometedora estudiante becada por el Instituto de Ciencias Elementales.
Se comentaba que él había discutido con la joven antes del incidente. Pero todo quedó en el olvido al obtener éxito en probar la hipótesis de la Energía Anulada. Esta extraña teoría postulaba que había circunstancias bajo las cuales, la energía desaparecía.

Lo tildaban de loco, pero lo respetaban porque había descubierto los cristales líquidos y la tecnología de la memoria acuosa. Estos éxitos le habían permitido equiparse con los últimos adelantos de la tecnología.
Tras años de encierro y trabajo intensivo, llegó a culminar una máquina que le permitiría trasladarse en el tiempo. La máquina tenía el tamaño de una planta fabril, con cuatro áreas diferenciadas, consistentes en: un escáner celular que convertiría a su cuerpo en un cuerpo virtual digitalizado, un acelerador de partículas circular del tipo Betatrón, con la particularidad de mantener un flujo constante en circulación en estado plasmático, una unidad de aislamiento corporal, -de la cual no tenemos mayores detalles- pero permitiría darle vida al viajero del tiempo o sea transferir el estado de conciencia a su doble digital, mientras su cuerpo quedaba en un estado de vida latente, y por último el área de manejo de información, donde gracias a su descubrimiento de la memoria acuosa y al primer y único prototipo que podía usar este recurso, estaba el cerebro que conectaba toda la instalación.
Con el temor de que algún colega le pudiera quitar la gloria de su descubrimiento, decidió probar personalmente su máquina del tiempo.
Fue sincronizando la programación de cada fase, la cuenta regresiva llevaba varios días de chequeos y procesos.
Sólo sintió un poco de frustración no tener un séquito de admiradores que pudiera ser testigo de la hazaña que cumpliría.
El reloj, marcaba -20 minutos para el comienzo del proceso, cuando comenzó a desnudarse lentamente. Parecía que el tiempo ya se hubiese detenido. Caminó hasta la consola, volvió a mirar el cronómetro, que ya había llegado a cero, mecánicamente accionó el interruptor principal, el zumbido reinante se hizo más alto, las luces se atenuaron y entró lentamente en la cápsula del escáner.
Se sintió más desnudo aún, al pensar que era íntimamente escudriñado. El proceso de escaneo duró unas horas, mientras no cesaba de repasar mentalmente el funcionamiento de cada pieza de su obra maestra. Tenía una pequeña consola donde podía seguir el avance del proceso y un Panic Button, para abortar el proceso en caso de alguna emergencia.
Esas horas pasaron rápidamente para Cextor, cuando por fin el indicador de avance le marcó la finalización del proceso de escaneo. Sintió una trepitación, y la cápsula comenzó a trasladarse hacia la cámara de aislamiento. Sus tensó por primera vez, la ansiedad había movilizado sus nervios. Había probado parcialmente esta fase, pero nunca totalmente, no se podría hacer eso sin un cuerpo procesado. Se trataba de aislar la conciencia, y asimilarla a un ente que en esencia, era energía autocontenida con un formato virtual digitalizado.
Apartó su mano del Panic Button. Decidió su destino en ese instante.

Luces y sonidos con frecuencias determinadas le provocaron primero un estado hipnótico,
La enorme esfera de cristal líquido -con millones de pequeñas celdas de memoria acuosa- se iluminaba con destellos casi imperceptibles
Poco a poco, dejó de percibir estímulos sensoriales, pensó que se iba a deshacer. Visiones de su infancia y momentos que ya había olvidado cruzaron por su mente, no tuvo tiempo de pensar en su muerte, al siguiente momento, abrió los ojos en un nuevo mundo…
Quiso respirar, pero le costó comprender a su nuevo cuerpo, al fin, el aire llenó sus pulmones, se sintió raro, poderoso, ¡Lo había logrado! También las órdenes a sus músculos parecían llegar con demora, pero eso no le preocupó. Tampoco el estar desnudo, un avance de esta magnitud no merecía opacarse por problemas de poca monta.
Miró alrededor…¿en que siglo estaría? Había calculado la energía necesaria para avanzar unas decenas de años, pero los detalles eran tan extraños…la ropa de las personas, los transportes que funcionaban evidentemente quemando algún combustible…
Al acercarse a las personas éstas ni siquiera lo miraban…se dio cuenta que era invisible…

Su júbilo por haber logrado su objetivo, poco a poco pasó del desconcierto, por la desesperación, hasta la frustración…

Primero pensó que había habido un holocausto y esta civilización creció a partir de cero nuevamente, pero de a poco reconoció que había atravesado un umbral dimensional, por lo cual no era visible.

Al tratar de pedir auxilio, toma del brazo a un muchacho, en vez de asirlo, su mano lo atraviesa, provocándole un orificio al coincidir sus muñecas. Por su parte sintió un debilitamiento, como una pérdida de peso en esa zona y como si una explosión lo hubiese sacudido.
Al mismo tiempo, se produjo una onda electromagnética de alto poder que hizo saltar chispas de los letreros luminosos encima de sus cabezas.
Tardó en situarse en su nueva circunstancia. Su densidad le parecía mayor a la normal, pero no lograba asir las cosas, era invisible a los ojos de las gentes. Era como si no hubiera terminado de llegar. Meditó sobre lo sucedido con ese pobre muchacho, sólo se produjo esa desaparición en cuanto una parte de su cuerpo coincidió con la de él. Evidentemente se produjo una anulación de energía correspondiente a las moléculas superpuestas. Pero sólo en las equivalentes formalmente. Era un dato extraño, no había analizado la información guardada por el escáner, pero seguramente allí debería estar esa particularidad, alguna codificación que permitiera reconocer la forma. Muy interesante.
Pero comenzó a darse cuenta que su situación no era favorable. No alcanzaba a ver cómo regresar. Su mente le permitía abarcar varias líneas de pensamiento simultáneas, éstas rápidamente le mostraron una sola respuesta: encontrar un cuerpo que le permita anular éste, así su Conciencia regresaría a su antiguo cuerpo.
Se dio cuenta que eso significaría la muerte de la persona que anulara. No era un asesino. La muerte de Kika fue un accidente, él nada tuvo que ver con eso –repetía mentalmente-
Tal vez, -pensó- pueda tomar un pedazo de cada uno.

Levantó su mirada. Un cartel decía: “Taller de Actuación”. En la esquina un poste sostenía dos carteles que decían “Itineris per Laborum” y “Tokio”. Al fondo del callejón lateral, se veía un local abandonado de lo que fuera una fábrica de máquinas de escribir, en un descolorido cartel se leía “Printwriter”.